miércoles, 10 de noviembre de 2010

LA FIGURA EGREGIA DEL MAESTRO

"A mi maestro Manuel Isaac".

Por Olindo Aliaga

Por las aulas de la decana escuela primaria ex 83 de Sucre, han pasado muchos profesores con verdadera vocación de maestro, ejerciendo su profesión con apostolado. En esta nota se le recuerda y tributa un homenaje en vida a los profesores más antiguos de la Escuela Andrés Mejía Zegarra: Octavio Reyna Rodríguez, Manuel Isaac Marín Marín y mariano Aliaga Zegarra.

La escuela primaria Nº 83 hoy 82427, cuyo local una casona de dos plantas de estilo colonial ya no existe debido a la ola arrasadora de la modernidad que acaba con la belleza antigua y despoja al hombre de su identidad.

Por el portón de esa casona con amplios alares, de salones altos y espaciosos, como de un colmenar salieron legiones de jóvenes llenos de sabiduría, preparados para esa tarea de la vida, para enfrentarla sin titubeos.

Muchos son los episodios que recordamos de esa época. Con singular cariño son recordados los viejos maestros: Clemente Díaz, Zegarrita, Víctor Sánchez, Wilfredo Merino, como los maestros de la época fundacional de ese Centro Escolar que en sus aulas albergó a alumnos venidos desde Chuquibamba, la Chilca, Oxamarca, Calconga y de otras lejanas comarcas. Por esta escuela de larga trayectoria ha pasado una brillante plana de pedagogos.

Protagonistas del éxito y la excelencia del plantel escolar son los profesores Octavio Reyna Rodríguez, Manuel Isaac Marín Marín y Mariano Aliaga Zegarra, los maestros vivos más antiguos y venerables a los que con esta nota mal garabateada, les rendimos un homenaje en calidad de gratitud, respeto y admiración.

En años escolares fluía de nuestros maestros un rígido, pero sincero y honesto sentido disciplinario y a la vez trataban ellos con gran familiaridad a los alumnos; detrás de alguna apariencia hosca y hasta rudos de algunos maestros Kaiserianos que no trepidaban para dar jalones de patillas a los muchachos indóciles, se ocultaban almas finas y sensibles.

El profesor Octavio Reyna es un hombre talentoso, de amplio saber, desde joven sintió una contracción férrea al estudio, a la lectura, es un hombre actualizado y no obstante su avanzada edad es frecuente verlo hurgando en sus archivos y con un libro en la mano. Cuando ejerció la docencia, el profesor Reyna: cuidó, educó con inapelable severidad a los niños que fueron sus alumnos y transmitiéndoles, como el orfebre a la arcilla, belleza, armonía y valor; paradigmas, instrucción y cultura.

Como el solitario de Sayan combatió, con pasión incesante contra la mediocridad, conscientizó a la ciudadanía y fue el primero, sino el único que levantó la voz de protesta contra la absurda destrucción del edificio de la escuela arquetípica del pueblo.

Alto, atildado, nada propenso a la vulgaridad el profesor Manuel de quien me ufano haber sido alumno, es todo un maestro, inspiró e inspira entre los alumnos unánime respeto, aunque en él parece haber algo de solemnidad, sin desmedro de su sencillez en el trato.

Desde muy joven ejerció la función pública, ingresó a la Guardia Civil (hoy Policía Nacional), su permanencia en la gendarmería no fue definitiva, después de un corto servicio lo abandonó, para seguir la pedagogía encontrándose con su vocación de enseñar, desarrollándose con brillantez y eficiencia como maestro de la Escuela Andrés Mejía Zegarra, años más tarde ejerció la Dirección de ese centro educativo.

A su portentosa humanidad del profesor Mariano Aliaga Zegarra se suma su gran inteligencia, autoritario, despectivo a veces, irónico siempre es recordado por su entusiasmo para complementar la teoría con la práctica en el campo, su afición por la agropecuaria lo llevó a iniciativas para estimular a los alumnos con las tareas agrícolas y la crianza de animales menores.

El profesor Aliaga es el maestro que unió la teoría y la praxis.

El ejercicio de la docencia a los profesores vivos más antiguos de la escuela 83 (hoy 82427) los hizo grandes, su generosidad, su competencia profesional los catapultó a la grandiosidad.

Por su entrega total al culto del magisterio, a pesar de su magro estipendio, los profesores Octavio, Manuel y Mariano junto a sus colegas que han dejado la vida terrena, son cultivadores de buena mano. En ellos calza, perfectamente lo dicho por el maestro José A. Encinas que “El más alto cargo que un ciudadano puede desempeñar es el de maestro de escuela”.

No obstante el silencio involuntario, como ex alumno de la histórica escuela ex 83, mi cariño y admiración los acompaña a todos los profesores que han pasado por sus aulas dejando una huella profunda, la estela de su paso aun se puede vislumbrar brillante porque enseñaron con sincero amor, con el ferviente anhelo de dar a los educandos una visión viva y directa de lo que en apariencia era árido y monótono.

Que grande sería y más grande aún. La historia de nuestros Centros de Instrucción Educativa ( CIE ) si los actuales maestros, Enseñantes Deslucidos pudieran otear, aunque sea de lejos la estela luminosa y seguir el ejemplo de los viejos maestros y de su figura egregia.

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