miércoles, 10 de noviembre de 2010

HENRY ABEL VELASQUEZ ZAVALETA

Del libro trayectoria y destino de José María Zegarra Reina

Por José Alberto Zegarra Marín (pagina Noos)

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El arte no es un capricho de la sociedad, sino, una necesidad espiritual, que debe ser compartida con entusiasmo. Porque nos hace cambiar. Por esto la barbarie se combate con la civilización, la violencia con la cultura y la intolerancia con el arte.

Decía en el labrador (mayo del 2009 paginas 15- 34). Que la música peruana es un mapa, que en cada región, cada departamento, cada provincia y cada pueblo. Tiene su propia identidad musical. Con un vocabulario musical en forma y contenido de tal forma que cada pueblo o región tienen sus propios sonidos directos y fuertes, con altas dosis de talento y sensibilidad, en donde se esconden un universo de sutilezas y de una fantasía creadora muy individual. Estos músicos que pueden ser: compositores, ejecutantes o recopiladores en determinadas circunstancias de sus vidas comenzando como diletantes pasan a artesanos y poco a poco llegan a convertirse en virtuosos e inclusive llegan a calar una forma estética llegando a rivalizar, con la música clásica. Este es el caso del maestro en guitarra andina. Raúl García Zarate que es uno de los más insignes representantes de la música popular peruana, que nos enseña la abnegada que es la tarea de mantener vigente las manifestaciones de nuestro pueblo. Su música suele ser un elemento raigal y de comunión con toda la familia peruana, sus múltiples contactos con los sonidos del Perú. Creo un sólido método fortalecido por su constancia, disciplina y practica. Su insoslayable sabiduría sobre música: Ayacuchana, Ancashina, Arequipeña, Cuzqueña, huancavelicana y Puneña le dan como resultado una técnica llamada por el mismo como guitarra andina muy distinta a la escuela clásica, española, criolla, flamenca logrando ser aceptada a nivel mundial convirtiéndose en un virtuoso de la guitarra andina, con una fecunda trayectoria artística. Raúl García zarate es el primer deleitante artesanal de la música peruana.

Sin desmerecerle a este genial interprete de nuestra música. Ya hay una nueva ventana abierta en la música peruana y en la música en general y es: Henry Abel Velásquez Zavaleta (1985). Abel se presenta como un nuevo gran intérprete, que acaricia lo EPICO en el aun poco poblado edén de los que es la guitarra peruana, que es por sí sola, a la vez solista y universal. Representa una nueva generación de virtuosos – arreglistas que dibujan los sonidos: diáfanos, cristalinos como un diamante puro. Que nos muestra los sonidos de los andes, del cielo azul y sobre todo nos muestra la espiritualidad de nuestro pueblo. Sus interpretaciones son: precisas, rítmicas y llenas de fuerza, que se versifican y que se unifican en ese contraste de un sinfín de sonidos que es nuestro país.

Abel representa lo telúrico, sin horizontes ni fronteras, ni complejos, con sencillez, diáfano y limpio. Pasa de un carnaval a una marinera y de un vals a un huaino sin ningún puente en hora buena joven intérprete.

Predestinado a formar parte del grupo de los cuatro evangelios de la música peruana (Raúl García Zarate, Manuel Prado, Walter Humala y Ranulfo Rojas), que fueron primero deleitantes (aficionados) hasta tener cada uno una digitación perfecta que es la técnica nunca autónoma, sino que de ella puede depender una expresión más completa de la pieza a ejecutar, aunque cada intérprete puede tener su propio sistema de digitación. Lo que más llama la atención en las ejecuciones de Abel Velásquez Zavaleta, es la capacidad para expresarse con gran fantasía y absoluta libertad llegando a lo máximo de su ejecución con una característica propia y diferente a la música de los llamados los cuatro evangelios de la música peruana. En donde hay además una uniformidad tan cuidadosa, tan original, con matices dramáticos tan intensos que se abre paso probablemente a la hipótesis de que en la jerarquía de ejecutantes virtuosos los valores de Abel Velásquez Zavaleta puede situarse incluso por delante de este grupo ll amado acertadamente los cuatro evangelios de la música peruana.

Este excelso guitarrista de padres cajamarquinos (celendinos), es con toda justicia el único principal músico en todo el norte del país que destaca en los últimos 50 años antes lo fue el cajamarquino Mario Rojas en la época del 50.

En su primer CD, “pajarillo cautivo”, aplica toda su sensibilidad para conmover con mística a quien tenga la suerte de estar al otro lado del parlante, con un repertorio de arreglistas peruanos y del propio. Abel nos hace sentir el peso de interpretar a estos interpretes arreglistas, maniobrando las cuerdas con soltura y precisión. Tal es que no queda masque rendirnos y dejarnos llevar a las prístinas atmosferas diseñadas, no solo por el toque virtuoso, sino también emocionalmente alcanzando una interpretación superlativa. Sumergiéndonos en un vaivén de notas que se mueven al ritmo alegre y a la vez dramático de gran colorido nada de manierismo ni de recursos efectivistas. Su música es el toque categórico de quien conoce la guitarra con una extensión de sus extremidades. Sin duda, este primer CD es un trabajo de altura: su ejecución merecidamente lograda merece reconocimiento de nuestro pueblo y de todo el estaff de la revista el labrador.

Estas ejecuciones de Abel Velásquez Zavaleta tienen el reconocimiento: Del propio Raúl García Zarate, de Mario Orosco (ejecutantes) de Chalena Vásquez y Ross Thompson musicólogos más entendidos que mi persona en estos quehaceres musicales. Y a propósito de esta edición considero oportuno realizar un análisis independiente que puede ser de fácil emoción, por la acostumbrada ponderación amical con sus padres: Carmen y Jaime, por ser de la misma provincia y del mismo pueblo. O a la opinión de inversión por que a este joven lo conozco desde niño. Con este joven ejecutor de la guitarra peruana se certifica el nacimiento de un nuevo valor para la música peruana. Pues merece el reconocimiento de la crítica, créame que hace mucho tiempo no he escuchado una ejecución con tantas propuestas musicales. Su dominio del lenguaje musical es un nuevo sello para la música. Música vital envestida de características vitales que consagra a este joven como un virtuoso significadamente notable en el elenco de la música andina peruana, esos sonidos telúricos donde muy pocos han caminado. Abel Velásquez Zavaleta camina estoy seguro, lo avanzado ni lo fatiga por lo contrario lo motiva a seguir andando. La corta edad del decir no lo inhibe lo insta a seguir ejecutando su música, donde la música es una forma pasional de conocer, donde el sonido se mueve absoluto… infinito. Porque es andino para lograrlo, es tierno y volcánico a la vez tan igual a los cuatro evangelios de la música peruana.

En este CD, Abel hace lo que le sale mejor, manufactura experiencias con las que todos nos identificamos, su música llega a ser nuestra por eso es reconfortante encontrar buenas interpretaciones en este joven. Sus sonidos maravillosamente delineados es de una perfección poco común y nos asombra su sabiduría y la fuerza de sus sonidos. Tiene todas las posibilidades para ser un gigante maravilloso. Su música queda junto de. Raúl García Zarate, Manuel Prado, Walter Humala y Ranulfo Rojas en la misma línea de mensaje y de vitalidad estética. Este CD va a servir para que Abel Velásquez Zavaleta. Causante o no se libere de la música hasta ahora cultivada. Valiosa pero concebida en exceso y se haga más que nunca un Abel mas desnudo, porque el impulso de este primer CD puede coincidir con la música de los cuatro evangelios de la música peruana. Pero el resultado es intransferible. CREACIÓN o RECREACIÓN heroica. No calco ni copia como aclararía nuestro amauta José Carlos Mariátegui.

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