viernes, 4 de diciembre de 2009

Pluma de la altura

Todo lo que un hombre siente con intensidad,
se esfuerza por expresarlo exteriormente,
por verlo represe
ntado ante sí en figura visible,
y como si hubiera en ella una especie
de vid
a y de realidad histórica”.
Carlyle.


“Para comprender algo humano,
personal o colectivo es preciso contar una historia.
Este hombre, este pueblo,
esta nación hace tal cosa y es así
porqu
e antes hizo tal cosa y fue de tal otro modo.
La v
ida sólo se vuelve un poco
transparente
ante la razón histórica”.
José Ortega y Gasset.

LA QUINUILLA Y OTROS ANEXOS DE SUCRE EN LAS ETAPAS DE LA HISTORIA

(PRIMERA PARTE)

Por: Secundino Silva Urquía.

1.00.- Generalidades:

1.01.- Ubicación y Génesis Geológica de La Quinuilla y Tincat. La Quinuilla, está actualmente entre los más importantes anexos del distrito de Sucre (Celendín – Cajamarca). Durante las últimas décadas ha mantenido una población promedio de aproximadamente 400 habitantes. Ubicado Aproximadamente a unos treinta Km. al suroeste de la ciudad de Sucre, capital del distrito del mismo nombre, y a unos aproximadamente 83 Km. al noreste de la ciudad de Cajamarca. Típico villorrio andino con casas de muros de adobe y/o tapial y techos generalmente con cobertura de tejas o calaminas que a partir de la década de los sesenta del siglo pasado, paulatinamente han ido reemplazando al “hualte” o paja ichu. Está a una altitud de aproximadamente 2,800 m.s.n.m y asentado sobre planicies que en la era terciaria eran parte del lecho de una laguna de regular magnitud que abarcaba incluso toda la actual pampa de Tincat.

La actividad volcánica de los andes en la era terciaria, modificó abruptamente la topografía del lugar, dejando conglomerados y formaciones de rocas ígneas y calizas consolidadas por grandes masas de suelos arcillosos que formaron especie de barreras de las hondonadas. Posteriormente la desglaciación y fenómenos fluviales destructivos de la era cuaternaria, hicieron que en estas hondonadas se acumulara una considerable cantidad de agua, la misma que se incrementó paulatinamente lo mismo que los sedimentos de suelos y materia orgánica en el fondo de la laguna. La presión del agua contra las grandes masas de tierra que lo contenían también iba en aumento, hasta que en algún momento se produjo su colapso por el lado más erosionable y con poca presencia de rocas. Este colapso, derrumbe o huayco se produjo por la zona a la que hoy se lo conoce como “La Conga”, en el barrio La Tulula de La Quinuilla.

El caudal del riachuelo Tincat, que probablemente exista desde la era cuaternaria, hizo su propio trabajo erosionador hasta encontrar desfogue por un tragadero natural, en el que se pierde para reaparecer a unos aproximadamente seis kilómetros al sureste de La Quinuilla, en el lugar denominado “Cueva del Telar”, dando nacimiento al río Cajapotrero, afluente del río Cantange, el que a su vez lo es del río Marañón. Es un hecho demostrado que la corteza terrestre debajo de lo que es hoy el caserío La Quinuilla alberga a la continuidad del riachuelo Tincat en su tramo subterráneo.

Como sustento adicional a las anteriores afirmaciones de la existencia de la prehistórica laguna entre lo que actualmente es Tincat y La Quinuilla, está la presencia de fósiles de moluscos y crustáceos que delatan la anterior presencia de vida acuática en las faldas de los cerros y colinas adyacentes al pueblo e inmediaciones de los parajes denominados “Los Chuyos” y “Los Agujeros”; y la presencia de rocas de especial textura, como si varios dedos a la vez hubieran rayado adrede su superficie, estas huellas en las rocas son producto del trabajo erosionador del hielo en lenta o paulatina disolución, durante el larguísimo período de la desglaciación.

La Quinuilla. Vista panorámica del barrio Laguna Seca.

Rocas calizas en el paraje “Los Chuyos” con textura que muestran su desgaste por el derretimiento del hielo durante el largo período de la desglaciaciòn de la zona.

La Quinuilla. Vista panorámica del barrio “Los Agüitas”


1.02.- Toponimia de La Quinuilla.

La palabra Quinuilla deriva de la voz quechua: “kinúailla”. El nombre del pueblo se debe a la existencia de una planta, ya extinguida al menos en la zona; a la que los primeros pobladores la reconocieron con el nombre de quinuilla; por su parecido con la quinua El tallo y las hojas de la quinuilla son mucho más pequeñas que los de la quinua, por eso quinuilla es el diminutivo de quinua. Cuentan que esta planta creció a orillas de la pequeña laguna que existía en el centro de lo que es hoy el barrio “Laguna Seca”, al costado del Centro Educativo de Educación Primaria No. 82429. Los pobladores usaban a la lagunilla como bebedero de su ganado, cuyo permanente trajinar debió acelerar la desaparición de la referida planta.

Esta pequeña laguna fue desecada por los padres de familia del Centro Educativo local, quienes construyeron un corto pero profundo canal de derivación hacia un tragadero natural cercano. Así el 22 de agosto de 1984, desapareció para siempre de ese lugar, consolidando para la posteridad el nombre de “laguna seca” para el barrio del pueblo que lo albergaba.

El lecho de la desecada lagunilla incrementó el área del terreno del Centro Educativo Primario, sirviendo a los alumnos para su recreación; hasta que en Julio del año 2006, la Municipalidad Distrital de Sucre inició la construcción una plataforma deportiva en la que la niñez y la juventud del pueblo, siguen practicando su deporte favorito.

2.00.- El caserío La Quinuilla y sus orígenes.


La Quinuilla ya tenía cierta población a la fecha en la que Sucre fue creado como distrito, 15 de noviembre de 1940, no la necesaria como para ser considerado caserío, pero si la suficiente como para que siendo anexo del caserío de Calconga influyera con buen peso democrático en las decisiones comunales. Prueba de esto son acuerdos compensatorios que se lograron como producto de las deliberaciones de los ciudadanos de ambos lados, como por ejemplo aquel que dispuso que el Centro Educativo Primario se construya en Calconga y el cementerio en La Quinuilla. Aún viven algunos quinuillanos que desde 1940 hasta los últimos años de la década de los cincuenta del siglo XX, estudiaron su primaria en el viejo Centro Educativo de Calconga ubicado al este del poblado y al costado del camino de herradura que conduce a La Quinuilla, y hasta la actualidad algunos ya mayores pobladores de Calconga rinden homenaje a sus muertos, cada 02 de noviembre en el cementerio de La Quinuilla.

La Quinuilla nace como caserío en un impreciso año de mediad
os de la década de los años cincuenta del siglo pasado, gracias a la iniciativa del Sr. Neptalí Chávez Carranza, las gestiones de sus autoridades apoyadas por él y al empuje unitario de sus pobladores. El gran esfuerzo que desplegaban los niños estudiantes de entonces para trasladarse, caminando a veces bajo intensa lluvia hasta Calconga, el crecimiento poblacional, las injustificadas pero entonces inevitables rivalidades que se gestaron entre ambas comunidades cercanas; así como la aspiración de progreso de la colectividad de quinuillanos, fueron las causas para que el caserío de Calconga se subdivida y surja La Quinuilla como un caserío más del ya entonces denominado distrito de Sucre.

Nazario Chávez Aliaga, en su libro titulado: SUCRE (EL HUAUCO) editado en Lima en 1967, en su acápite: CASERÍOS, menciona a: La Conga de Urquía, Santa Rosa, Cajén, Calconga, Sumbat, La Artesa, La Victoria y El Porvenir, como caseríos integrantes del distrito de Sucre. Pues debo decir, con respeto a la memoria de nuestro muy reconocido intelectual sucrense, que esta relación es errónea por dos razones: La primera porque Sumbat era y es un atractivo paraje entre los caseríos de Calconga y Muñuño, como lo era y es La Artesa en caserío El Porvenir (Antes Guangazanga), pues nunca fueron caseríos; y la segunda porque San Martín, La Quinuilla y Muñuño eran ya caseríos de Sucre con anterioridad a 1967. Las múltiples responsabilidades que tenía que afrontar nuestro ilustre paisano, deben haberle impedido informarse a cabalidad sobre los temas allí tratados. Los últimos párrafos de su mencionado libro corroboran mi afirmación cuando al referirse a “la Manibombo”, uno de sus personajes anecdóticos de Sucre dice: “No sabemos si vive aún la Manibombo, pero para muchos estará seguramente vivita y coleando en su recuerdo agradecido”. (El resaltado en negrita es mío).

3.00.- La Quinuilla y otros anexos de Sucre en las etapas de la Historia.

3.01.- Etapa preinca.

Para muchos registros de esta etapa de la historia del Perú los historiadores más renombrados se han guiado y se guían de lo que muestran los restos y descubrimientos arqueológicos, así como de lo poco que han escrito los cronistas. Garcilaso de la Vega en su obra “Los Comentarios Reales”, escrita en 1606, escribe lo siguiente, en relación a la idolatría, vida, costumbres y dioses que adoraban las tribus preincas:

“Para que se entienda mejor la idolatría, vida y costumbres de indios del Perú, será necesario dividamos aquellos siglos en dos edades: diremos como vivían antes de los Incas y luego diremos como gobernaban aquellos Reyes, para que no se confunda lo uno con lo otro ni se atribuyan las costumbres ni los dioses de los uno a los otr
os. Para lo cual es de saber que en aquella primera edad y antiga gentilidad unos indios había poco mejores que bestias mansas y otros mucho peores que fieras bravas. Y principiando de sus dioses, decimos que los tuvieron conforme a las demás simplicidades y torpezas que usaron, así en la muchedumbre dellos como en la vileza y bajeza de las cosas que adoraban, porque es así que cada provincia, cada nación, cada pueblo, cada barrio, cada linaje y cada casa tenía dioses diferentes unos de otros, porque les parecía que el dios ajeno ocupado con otro, no podía ayudarles, sino el suyo propio…

Y así adoraban yerbas, plantas, flores, árboles de toda suerte, cerros altos, grandes peñas y los resquicios dellas, cuevas hondas, guijarros y piedrecitas, a las que en los ríos y arroyos hallaban, de diversos colores como el jaspe…

En lugar dellos adoraban diversos animales, a unos por su fiereza, como al tigre, león y oso, y por esta causa, teniéndolos por dioses, si acaso los topaban no huían dellos, sino que se echaban en el suelo a adorarles y se dejaban matar y comer sin huir ni hacer defensa alguna. También adoraban a otros animales por su astucia, como a la zorra y a las monas. Adoraban al perro por su lealtad y nobleza, y al gato cerval por su ligereza…. Otras naciones adoraron a los halcones, por su ligereza y buena industria de haber con sus manos lo que han de comer; adoraban al búho por la hermosura de sus ojos y cabeza y al murciélago por la sutileza de su vista, que les causaba mucha admiración que viese de noche. Y otras muchas aves adoraban como se les antojaba. A las culebras grandes por su monstruosidad y fiereza, que las hay en los Antis de a veinticinco y de a treinta pies, y más menos, de largo y gruesas muchas más quel muslo. También tenían por dioses a otras culebras menores, donde no las habían tan grandes como en los Antis; a las lagartijas, sapos y escuerzos adoraban”.

Estamos completamente seguros que en la era preinca las colinas y cerros de lo que hoy es La Quinuilla, Calconga, San Juan de Tincat, La Lechuga, La fortaleza, Santa Rosa, etc; estuvieron ocupadas por grupos humanos cuyas costumbres y forma de vida encajan en gran parte con lo descrito en el anterior texto garcilacino. Sin embargo, los especialistas tienen mucho que investigar sobre esto; pues existe harto material en la zona: Allí están las expuestas y semienterradas ruinas pétreas de “Los Chuyos”, “el poyo shuito”, “sombrerillo”, “Ventanillas”, “La púcara”, “La Lechuga”; así como los restos óseos encontrados en naturales cavidades pétreas como la “Cueva del Telar”, “Cóñor” y otras.

En relación al tipo de vivienda, alimentación y relaciones de las colectividades preincas, el mismo Garcilaso de la Vega, escribió lo siguiente:

“En la manera de sus habitantes y pueblos tenían aquellos gentiles la misma barbaridad que en sus dioses y sacrificios. Los más políticos tenían sus pueblos poblados sin plaza ni orden de calles ni de casas, sino como un recogedero de bestias. Otros, por causa de las guerras que unos as otros se hacían poblaban en riscos y peñas altas, a manera de fortaleza, donde fuesen menos ofendidos de sus enemigos. Otros en chozas derramadas por los campos, valles y quebradas, cada uno como acertaba a tener la comodidad de su comida y morada. Otros vivían en cuevas debajo de tierra, en resquicios de peñas, en huecos de árboles, cada uno como acertaba a hallar hecha la casa, porque no ellos no fueron para hacerla. Y destos hay todavía algunos, como son los del cabo del Pasau y los chirihuanas y otras naciones que no conquistaron los Reyes Incas”…

La gran cercanía y similitud de forma y del aparejo de las piedras rústicas de las ruinas existentes en La Quinuilla con las de “La Lechuga” y alrededores, hace pensar que podrían haber sido construidas en la misma época y que pertenecieron a colectividades del tipo descrito en el anterior texto de Garcilaso. Pues la decisión de asentarse y vivir en la zona se debió indudablemente a la existencia de varias especies de fauna y flora que les servían como parte de su alimentación: Los venados que existían en los bosques del actual Vigasmayo, Santa Rosa, La Quinuilla y El Porvenir; “El cuy Ulluay” que habitaba en los pantanos de Tincat; los patos silvestres, los sobrevivientes conejos silvestres, las moras o frutos de las zarzas, los pepinillos, “el poro poro”, “el coto coto”, “el chulco”, “el cirimbache”, etc.

Los antepasados preincas que ocuparon las áreas rurales del actual distrito de Sucre, se ha demostrado que eran guerreros y como tales, es muy probable que hayan participado en la guerra de defensa de sus territorios frente a la invasión de Los Incas; o guerra de resistencia de “los caxamarcas” frente al sometimiento de los Incas en la época del reinado del Inca Pachacútec. Al respecto el cronista Pedro Cieza de León (1533) relata que los “Caxamarcas” ofrecieron a los invasores cuzqueños gran resistencia, por ser gente “valiente y belicosa”. Para ello tenían “apercibidas las armas y los bastimentos y estaban fortalecidos en sus plazas fuertes y tenían tomados los malos pasos de los caminos (…) ganosos de pelear por vencer o morir”. El cronista asegura que la última ofensiva tomó a los Incas por lo menos cuatro meses de cruentos combates para imponerse en la región.

También es harto probable que nuestros antepasados guerreros hayan vivido en constantes enfrentamientos con sus similares, los pueblos de la cultura “Chachapuya” (Que se desarrolló entre los años 800 a 1470 D.C, al este del río Marañón).

La condición guerrera de los preincas que se asentaron en lo que hoy es La Quinuilla y demás áreas rurales del actual distrito de Sucre, ha quedado patéticamente demostrada con el hallazgo de los restos de sus construcciones, que son de tipo fortificado y ubicadas en lo alto de los cerros y colinas, para tener visibilidad frente a agresiones enemigas; asimismo de objetos de piedra y metal encontrados por huaqueros en algunas ruinas de la zona._ Varios de estos objetos habían sido vendidos a un coleccionista aficionado radicado en Lima, en cuya casa tuve la oportunidad de apreciarlos en 1995. Al escribir estas líneas (setiembre del 2008) tuve la necesidad de llamarlo y pedirle permiso para fotografiarlos; pero lamentablemente la colección ya no estaba ni estará más en su casa. Pues según lamentos del mismo coleccionista aficionado: un día mientras él trabajaba, su hija mayor imbuida de prejuicios y creencias evangélico-religiosos, los desapareció como “objetos satánicos” entre la basura de su casa.

También están los restos de cerámica encontrados en la cima del cerro llamado “Ventanillas”, en los que se han conservado grabados en tinta rojiza, de guerreros entrelazados de las manos en actitud de danza. Estos restos fueron hallados por el agricultor Benigno Medina, quien los vendió al Sr. Camilo Alvarado Sánchez. El publicista Néstor Silva Urquía, felizmente rescató las imágenes dibujándolos en papel y fue el quien me los ha facilitado para que el lector lo pueda apreciar. Como se puede ver, el guerrero aparece disfrazado con una máscara con tocados o crestas que aparentemente imitan a las de la cabeza de un ave (probablemente del pájaro carpintero, “la gargacha” o carpintero andino; o del “indio pishgo”, algunas de las más conocidas aves de la zona que poseen cresta); porta vestimenta corta y adornada, además de hojotas. No se puede descartar que entre las figuras geométricas de los brazos o alas, esté representada alguna arma de guerra, de no ser así, no anula la condición guerrera o ceremonial de la danza. Las figuras de peces y culebras que aparecen en la parte inferior de los grabados, podrían representar a algunos de sus dioses o los animales que formaban parte importante de su dieta alimenticia.

Danza Ceremonial de los pobladores preincas de La Quinuilla,
grabado en ceràmica hallada en el cerro “Ventanillas.
Dibujo de Nèstor Silva Urquía.

Algunos rasgos “chavinoides” de estos gravados, nos hacen pensar también que es muy probable que las etnias o grupos humanos que ocupaban lo que actualmente es La Quinuilla y alrededores, hayan recibido también en la etapa preinca, influencia y apoyo de la cultura Chavín, que hacia el año 800 a 900 de la era cristiana tuvo influencia también en la civilización que se asentó en la zona del distrito de Oxamarca (La Chocta), y en la de la actual provincia de San Pablo (“Kunturhuasi”), tal como lo demostró el ilustre Arqueólogo peruano Julio César Tello.

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