viernes, 4 de diciembre de 2009

COLABORACIÓN: Política y partidarización


Por Ing. Secundino Silva Urquía


Son frecuentes las críticas de lo diferentes medios de comunicación a la participación de los “políticos en la dirección y/o manejo de las instituciones o empresas. Muchas veces se señala a la llamada “politización” como la causa principal para que las instituciones no cumplan a cabalidad con sus fines y objetivos para las que fueron creadas. En vano intento por combatir la mal entendida politización, la ley califica como nepotismo a los favores de los funcionarios públicos a sus familiares al colocarlos en alguna función o cargo.


Ninguna persona, ningún ciudadano, funcionario público o no, puede estar exento o sustraerse de la vida política. Es más, no debe hacerlo; sería absurdo pretender que solo algunos elegidos, “iluminados” o privilegiados (La mal llamada clase política) tengan el derecho o la capacidad de participar en política.


Los ciudadanos peruanos debemos asumir nuestra responsabilidad como tales y no debemos abandonar el terreno de la política para los politiqueros, no existen políticos en función en esta coyuntura, porque simplemente no hacen política. La política es ciencia, arte, doctrina educación, apostolado. Hacer política no es necesariamente ser dirigente de alguna institución o militante de un partido político; hacer política es conocer la historia pasada y reciente del Perú, las causas de sus problemas; es ser sensibles ante la injusticia y otros lastres del sistema imperante; hacer política es amar al pueblo, organizarlo, orientarlo, ayudarlo a construir su identidad, solidarizarse en sus desgracias y atrasos.


Hacer política también es aportar para mantener activas las organizaciones populares, para construir un país con democracia participativa, con independencia y soberanía. Y de estas tareas no hay peruano que pueda librarse o que deba ser apartado.


¿Puede un ciudadano votar a conciencia si no tiene cierta formación o cultura política? Mayormente se confunde politización con partidarización. La política y la politización son positivas y por el interés colectivo deben estar siempre presentes en toda vida institucional; lo negativo es la partidarización, porque implica actuar en función de intereses personales o del grupo partidario.


La confusión generalmente es sembrada adrede por los politiqueros, aquellos que entienden a la política como su negocio, como la oportunidad de servirse antes que servir. Son ellos a quienes no les conviene un despertar político del pueblo, mientras más ignorante políticamente sea éste mejor para ellos, su arribismo y oportunismo los hace sentir como peces en el agua. De ellos provienen las frases ya harto conocidas: “Las instituciones no deben politizarse”, “Los dirigentes populares no se deben meter en política”, “El arte (educación o cultura) no debe mezclarse con la política”, etc..


Precisamente, una buena formación política, sobre la base de doctrinas y valores humanos ligada a la formación del hogar y de las instituciones educativas, es garantía de contar con mejores ciudadanos. Es un error terrible creer que el ciudadano, obrero, empleado o funcionario debe mantenerse al margen de la política y politización. Ello implicaría arrebatarle o negarle su calidad de ser humano pensante y considerarlo un robot funcional, apartado de su contexto y misión social.

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