(SEGUNDA PARTE)
Escribe: Secundino Silva Urquía.
Email: ssilvaurquia@gmail.com
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-Etapa del Incanato.
Es sabido que la conquista de la zona por los Incas, luego de cruentas luchas con los “caxamalcas”o “caxamarcas”, continuó con la conquista de los “chachapuyas”, hasta aproximadamente el año 1470 de la era cristiana, en el que fueron sometidos por las tropas del Inca Túpac Yupanqui. Estas guerras deben haber causado grandes conmociones, muertes, apresamientos, éxodos y huídas en las colectividades que habitaban la zona del ámbito rural de lo que hoy es el distrito de Sucre; así como en otras de los alrededores. Sin embargo, los pocos que deben haber quedado paulatinamente se tuvieron que adaptar a los designios y leyes de sus nuevos soberanos y gobernantes. Este razonamiento y afirmación, tiene sustento para los pueblos que habitaban el ámbito rural del distrito de Sucre, ya que existen notorias huellas de un camino Inca, parte del Capaq ñan del Chinchaysuyo, que va desde
Algunos restos del Cápacñan del Chinchaysuyo a su paso por Cajamarca.
Menos de setenta años después de la conquista de “los chachapuyas” por los Incas, los españoles llegaron a la actualmente denominada Cajamarca, capturando al Inca Atahualpa el 16 de noviembre de 1532. La consecuente caída del Imperio Incaico, debe haber significado otra catástrofe para las diezmadas colectividades asentadas en las zonas rurales. La relativa cercanía al lugar de los sangrientos e históricos sucesos de Cajamarca, seguramente les permitió enterarse de los mismos a pocos días, tal vez al día siguiente o al tercer día como máximo. Es de seguro que estos hechos y las consecuentes noticias sobre el armamento y la fiereza de los barbudos españoles causaron tal susto y aterradora confusión, que muchos indígenas habrían optado por el suicidio o la huida ante la captura y muerte del Inca, como lo relatarían los propios conquistadores y cronistas españoles. Finalmente el camuflaje o la destrucción de sus viviendas y fortificaciones, fueron seguramente algunas de las últimas actividades que llevaron a cabo los pocos indígenas de la zona; para luego abandonarlas definitivamente y emprender la migración o fuga hacia lugares más seguros como los que hay en la selva, en los que es muy probable que sobrevivieron.
Recuerdo de niño haber escuchado a algunas personas mayores, entre ellas a mi abuela materna Sofía Sánchez Díaz, comentar al referirse a estos restos, más o menos en los siguientes términos: “Dicen que los gentiles, cuando supieron de la llegada de los españoles y vieron que la vida ya les era insostenible, entonces enterraron sus cosas y sus casas. Lo que ya no pudieron enterrarlo lo rompieron para no dejar nada que sirviera; luego se mataron y algunos se mandaron a otros lugares muy lejanos”. Como para creer en esto en 1968 vi como Don Julio Alvarado Urquía, desenterraba de aproximadamente
- Etapa del Virreinato.-
No se descarta que parte de la población de finales de la etapa incaica, sobre todo la más joven haya sido obligada por los españoles a ir como esclavos a trabajar en los llamados obrajes y centros de explotación minera. Se sabe que esta sobreexplotación fue la causa principal de la drástica disminución de la población indígena en las primeras décadas del virreinato.
Pero también es muy probable que durante la época del Virreinato, los terrenos de lo que hoy es el caserío
Al revisar
Refiere también que “el día 12 de julio de 1782, de paso al oriente, el Obispo de Trujillo, Monseñor Jaime Baltasar Martínez de Compañón, visitó Zelendín; y allí se dio cuenta que los españoles, portugueses y oriundos, vivían esparcidos en todo el ámbito de las tierras Zelendinas, hecho que causó mucha preocupación a su ilustrísima y aprovechando que la gente se había reunido para saludarlo y participar en
Más adelante el relato menciona: “Posteriormente se hace la tasación de la hacienda de Zelendín realizándose
En 1802, antes que se entregue oficialmente las tierras, se hizo el reparto de todas las tierras compradas en proporción al aporte monetario de cada vecino:
a) Reparto de solares, dentro de cada manzana, de la urbanización; cada una de 50 varas de fondo por 25 de frente…
d) Reparto de tierras de pan llevar, en Llanguate, en solares de 100 por 50 varas y.
e) Reparto de potreros, jalcas, montes, pastos, abrevaderos.”
Los dos últimos párrafos nos sugieren que la hacienda de Zelendín tenía gran extensión, pero no podemos afirmar que abarcaba hasta las mal denominadas “jalcas” que hoy ocupan los anexos de Sucre, sino tal vez se refería a las de otras zonas como Pallán, Chalán, Molinopampa, Jelic, etc.
El escritor sucrense Nazario Chávez Aliaga, las primeras páginas de su libro ya antes mencionado hace referencia a que fueron los sacerdotes jesuitas de “
De igual manera no podemos afirmar que los terrenos actualmente ocupados por los anexos de Sucre, hayan sido controlados por los Jesuitas, en tiempos de La colonia; pero por lo menos sabemos que los primeros españoles, portugueses y oriundos, que llegaron y se establecieron en lo que hoy es la provincia de Celendín, José Gálvez y Sucre, han estado cerca de estos y tal vez los hayan pisado o visitado esporádicamente. Lo cierto y seguro es que varias décadas más tarde esas tierras fueron ocupadas por sus descendientes los de apellidos: Aliaga, Collantes, Chávez, Díaz, Sánchez, Silva, Torres, Collantes, Machuca, Malaver, Mendo, Yupanqui, Urquía, Zegarra, etc; de quienes van pasando su vida en estos pueblos por lo menos cinco generaciones descendientes.
- Etapa de
Desde la segunda mitad del siglo XIX (Años de 1800 al 1900), los terrenos de la zona eran mayormente bosques con algunas áreas descubiertas en las que crecían pastos naturales, por esto eran eventuales potreros del ganado de los nacientes terratenientes de la época; pues debemos tener en cuenta que luego de 1824 año en el que se selló la independencia del Perú, el concepto de posesión y propiedad de las tierras de poca fertilidad y acceso al agua, tuvo que variar. Esta es la razón por la que los entonces poderosos hacendados empezaron a considerarlas como potenciales áreas de expansión para sus haciendas, no era fácil que las personas reclamaran individualmente posesión ni menos propiedad porque los hacendados tenían mucho poder. Pero de modo paralelo el crecimiento poblacional de la villa El Huauco y el cada vez más difícil acceso a la propiedad de las tierras de su campiña, inquietaba a los jóvenes o ciudadanos con vocación de agricultores y muchos de ellos empezaron a ver en las tierras comunales de lo equivocadamente empezaron a llamar “La jalca”, un factor de oportunidad para trabajar y buscar su crecimiento familiar. Así fue como a partir de las últimas décadas del siglo XIX, algunos “huauqueños” empiezan a emigrar de la ciudad hacia el ámbito rural.
Los Testimonios de Marciano Marín Mendo (84) y de Silvestre Mendo Carranza dan fe de hechos contados por sus abuelos y padres, acerca de las disputa de los terrenos que actualmente conforman varios anexos del distrito de Sucre, entre Manuel Cacho Gálvez entonces dueño de la hacienda Polloc y los García Zelada de la hacienda Cantange: El primero reclamaba jurisdicción hasta lo que actualmente es el caserío de Santa Rosa y los segundos hasta lo que hasta hoy es Vigaspampa. Esta disputa se inició en los últimos años del siglo XIX y se prolongó hasta la primero década del siglo XX.
Una tercera parte se sumó entonces a la disputa, reclamando los terrenos como suyos e intangibles: “Las Comunidades del Huauco”. Con esta conveniente personería y la ventaja de que como comuneros ya venían usufructuando de dichas áreas, con el pastoreo de su ganado, la extracción de madera para construir sus casas y la siembra de algunas chacras aisladas; se enfrentaron con coraje a las pretensiones de los hacendados. Entre estos comuneros, resaltó la figura del Mercedes Mendo Cabanillas y su cónyuge Dorotea Urquía Zelada, quienes participaron activamente en choques decisivos con el hacendado Manuel Cacho Gálvez, uno en la “Loma del Indio” y el último en lo que hoy es “La conga del sumidero”, en la entrada oeste del pueblo
_Nazario Chávez Aliaga, en el acápite: “DESLINDE DE SUCRE CON
Los quinuillanos y nietos de Dorotea Urquía Z. Marciano Marín Mendo y Silvestre Mendo Carranza, refieren con precisión que entre 1971y 1972 se parcelaron los últimos terrenos de la comunidad de Quinuilla. La decisión colectiva para este hecho fue justamente la construcción en ese año de la carretera Cruzconga –
Existen muchos testimonios que confirman el gran potencial humano que ha tenido Sucre (Antes El Huauco) desde siempre en su ámbito rural. Nuestro homenaje imperecedero a Hipólito Malaver Calla y otros que en Guangazanga (hoy El Porvenir) se jugaron el pellejo para proteger a Ciro Alegría Bazán, uno de nuestros más célebres escritores, es obvio que sin su heroísmo los peruanos no hubiéramos tenido la satisfacción de leer “La serpiente de oro”, “el mundo es ancho y ajeno” y otras hermosas obras del laureado escritor. Asimismo, a ese puñado de hombres y mujeres defendieron valientemente en “La conga del sumidero”, ingreso al caserío
- A SUCRE, CON VISIÓN DE FUTURO:
Pero como también creo que tengo derecho a soñar y se que muchas de las grandes obras de la humanidad se han originado porque alguien tuvo un sueño, anhelo y avizoro que estas líneas han de contribuir en algo para que las presentes y futuras generaciones de sucrenses, corrijan los errores de sus antepasados y miren a su distrito desde la óptica integracionista, imbuidos de esas ansias de superación que solo suelen surgir frente a las dificultades y a los grandes retos.
En forma especial insto a los pueblos de Calconga,
Los negativos efectos de la globalización exigen que los pueblos se unan para sortearlos, un distrito grande sufrirá menos esos efectos que otro más pequeño. Hagamos todo lo necesario para que nuestros pueblos descarten de plano a las intenciones y posturas escicionistas o separatistas. La integración es una tarea que tiene que ver con el cambio de mentalidad y actitud de los individuos; con su rompimiento con paradigmas obsoletos y lastres del pasado, para dar paso a la adopción de una cultura de calidad que produzca familias más unidas y solidarias. Con las células de la sociedad descontaminadas y revitalizadas, los pueblos encontrarán el transitable camino hacia su desarrollo sostenido.
Autoridades, profesionales de las diversas especialidades, organizaciones socio culturales y comunales tienen la gran responsabilidad de orientarse en pos de estos objetivos.
Puede ser que subsistan y surjan algunas posiciones conservadoras o discrepantes, ese es su derecho perfectamente entendible; pues luego de varias décadas en las que se practicó y trasmitió una equivocada cultura que defino como “ de la soberbia urbana”, son comprensibles, pero a la vez nos permiten darnos cuenta de cuánto daño se ha hecho a muchísimos pueblos andinos. Esta realidad no se cambiará con una reflexión, hacen falta miles de reflexiones y decisiones para desarrollarnos humanamente y ser mejores. El centralismo provinciano, el racismo, la discriminación y la exclusión, desgraciadamente aún constituyen rémoras para la integración y progreso de los pueblos y el distrito de Sucre lamentablemente no ha quedado ni está exento de sus negativos alcances. Pero finalmente creo que hay oportunidad para las rectificaciones: Es tiempo de que los sucrenses templemos nuestro espíritu en la unión, sembremos ambiciones colectivas con ideas nuevas, para en adelante hacer las viejas y pendientes tareas.
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Notas:
(1). Esto explicaría el porqué existen Pueblos con nombres de terminaciones verbales similares a lo largo de esta antigua red de caminos incas: Cajén (Sucre), Tumbadén, Lladèn (San Miguel) y hasta Jaén. En Sucre: Sumbat (e), Tincat (e); en San Miguel: Quilcat (e); en Huasmìn: Salacat (e). Sin duda hubo interacción sociocultural entre sus antepasados
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