Ha escrito más de 200 poemas pero no los ha reunido en libro para su edición.
Es colaborador permanente de la Revista El Labrador. Ganó un premio en el concurso Literario orgnizado por la Asociación Celendina.
Tres siluetas se destacan allá en lo alto del calvario
tres condenados a muerte de la tarde a contraluz
trágico acento en el cielo la cumbre envuelta en sudario
flanqueando por dos ladrones Cristo clavado en la Cruz.
Turba implacable fermento de Judíos y Romanos
canalla ahijada del odio plebe de muerte sedienta
caterva de fariseos descreídos y paganos
consumado contra el hijo de Dios espantosa afrenta
Siete palabras se elevan de los moribundos labios
clamando el perdón divino hasta el instante final
borra su amor sacrosanto la cruel cadena de agravios
hasta que asciende el espíritu a la mansión celestial.
Tres interminables horas dura la augusta agonía
Padre en tí encomiendo mi alma, grita el redentor del mundo
del terror la lava ardiente innunda a la vil jauría
el calvario se extremese en estertor tremebundo
El Cristo sacramentado tiene abierto los costados
de los que fluyen sangrientos cien Cristos miles millones
que se esparcen por el orbe indefensos condenados
haciendo del drama humano innúmeras crucificciones.
Esos Cristos desgraciados son los pobres, los hambrientos,
los niños abandonados sin pan, sin amor, sin cielo
son los negros de allá, el África, descarnados, malisentos
los ancianos solitarios para quienes no hay consuelo.
Son los miles sin trabajo, los enfermos y los presos
condenados al olvido, la miseria y los engaños,
son las víctimas actuales de políticos aviesos
que dan forma a la injusticia desde los altos escaños.
Y ante la farsa siniestra y la brutal carcajada
de estos Cristos infinitos carece de eco la voz
para su sed de justicia sólo hay mueca despiadada
y su agonía es muy lenta ante los ojos de Dios.
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