viernes, 4 de diciembre de 2009

San Isidro Labrador: La fiesta del señor labriego

Por Neptali Zegarra Salazar

A los pueblos andinos, agricultores por excelencia, les vino bien, por orden de los Reyes Católicos, el envio de San Isidro Labrador, el cual llegó al Perú en el siglo XVI. La iglesia, como es obvio, se sintió muy orgullosa de tener en sus altares a tan extraordinario santo y muchos pueblos del Perú lo acogieron como su patrono colocándolo en una usina central del retablo de su templo.

La influencia de San Isidro en la fe de los pobladores fue tan intensa que cada 15 de mayo le rinden culto a lo grande, especialmente los pueblos de Ichoacán, Cascas y Sucre en Cajamarca; Corparuque en Arequipa; Moche en Trujillo, especialmente por la degustación de la sopa teológica; Huaro en Cusco y Puquio en Ayacucho.

Venerado como Patrón a San Isidro lo visten de diferentes maneras, dependiendo del pueblo en el que se le rinde culto, en la mayoría de pueblos le ponen poncho, sombrero de paja, botas y entre las manos le colocan espigas de trigo como es el caso de Sucre.

Misa a San Isidro Labrador, Sucre Perú 2009

Su anda es adornada con dos toros uncidos por el yugo y el arado; en el arco que va aseegurado al anda cuelgan mazorcas de maíz, atados de papas y otros productos provenientes del agro.

En su fiesta, que es el 15 de mayo, los lugareños intercambian los mejores frutos de sus cosechas y se divierten con desenfreno, comiendo y bebiendo.

El santo de la cosecha, la yunta, los rodeos y las danzas habrían llegado al pueblo de Sucre entre los años 1610 -1620.

Procesión San Isidro Labrador Sucre

Su fiesta se extiende por 40 días y el día central es el 15 de mayo en el que los sucrenses participan con gran devoción y entusiasmo.

Antiguamente la fiesta de "San Ishico" estaba ribeteada por un hondo recogimiento de la comunidad creyente, el santo era sacado en procesión ataviado con una vestimenta de campesino, adornaban su anda los frutos de la tierra; esta solemne procesión estaba acompañada por bailes y cánticos de la pallas.

Con el paso de los años esta fiesta tradicional ha ido perdiendo brillo debido a la introducción de los cambios consecuencia del paganismo y consumismo. San Isidro, ese gañan representante de la masa citadina, ahora es vestido de gran señor, con terno y sombrero vaquero; durante las vísperas se notan innovaciones fuera de lugar, la influencia de la tecnología y el ego resaltante de la llamada "Comisión Organizadora".

Algunos miembros del Comité Pro Feria "SIL"
2009 en atrio de la Iglesia

Muchos creyentes dicen: "San Isidro no ha tenido su color rosado, ni estuvo chaposo en la procesión", quizás tengan razón y a juzgar por su semblante, el santo nos quiere decir que no esta de acuerdo con las innovaciones en su fiesta, quiere que sus creyentes vuelvan al camino tradicional en donde prevalezca lo místico y lo espiritual.

Señora Irene Aliaga, Presidenta del Comite Pro Feria "SIL" 2009

En Ecosucrense apelamos a la conciencia de las autoridades y de los responsables de la fiesta para que no se separen de la fuente baustismal de nuestra tradición. Menos derroche del dinero recaudado y mayor unción devota pedimos a los que fungen como directivos en la comisión de la fiesta.

Lo que sigue es una acuarela sobre la fiesta de San Isidro Labrador del distrito de Cascas escrito por el intelectual contumazino Dr. Fiedel A. Zárate y ha sido tomada de su obra "Los lares iluminados".

SAN ISIDRO LABRADOR

El 15 de mayo es el día de San Isidro Labrador. San Isidro fue español y madrileño, ha sido cantado y celebrado por Lope de Vega y Carpio. Todas las artes y profesiones, durante la Edad Media, tuvieron su santo patrón: San Cripín lo fue de los zapateros; San José de los carpinteros; San Pedro, de los pescadores; San antonio, de los porqueros y San Isidro, de los agricultores.

Cuando faltaba una semana para el 15 de mayo, los mayordomos de la fiesta, llevaban al Santo en procesión a las afueras del pueblo para velarlo en un altar a campo abierto. En Cascas, distrito fundamentalmente agrícola, la fiesta de San Isidro revestía las mayores proporciones y solemnidades; y el altar ya no era improvisado, sino existente y, especialmente, construido para el velorio. El lugar, en que existía, se llamaba la Pampa. Como de ordinario, el santo estaba en la iglesia de la ciudad, no podía ni debía velarse, durante la celebración de su aniversario, dentro de ella.

Forzosamente, él, había de estar en el campo, por derecho propio, para representar mejor su profesión y su papel de Santo Labrador. Con este objeto se le sacaba, para que el día de la procesión pudiese retornar a su santa casa, triunfante y ufano, lleno y aviado de todos los productos de la tierra, no como hombre de ciudad, sino, precisamente, como hombre de campo, que traía a aquellas las primicias de sus esfuerzos.

Cumplidos los siete días del velorio campestre, en el que cada una de las noches tenía su respectivo mayordomo, los devotos lo retornaban a su iglesia, como hemos dicho. Los velorios discurrían entre trago y trago, y se amenizaban con conversaciones y proyectos sobre el cultivo futuro del campo, lo mismo que de otras clases de negocios, todo lo cual se salpicaba de chascarrillos y, a veces, agradables comilonas y duraderos bailes.José Esteves, párroco de Sucre

El día de la procesión, el campo bello y hermoso de por sí amanecía alegre y esmaltado. Los pajarillos parecía que entonaban sus canciones más dulces y tiernas; la aurora era más límpida y transparente; lo arroyos, las cascadas, las perlas del rocío, los tréboles y las sementeras doradas y madurantes, se movían más blandamente al beso acariciador del viento de la mañana. Las gentes campesinas amanecían también de Domingo y vestidas de fiesta. Los hombres, con blancos pantalones almidonados y tiesos; los pies muy lavados en el arroyuelo y calzados con bien reciortados "llanques"; otros con zapatos cuya puntera terminaba en forma levantada estilo "Quiñones", según la expresión del lugar, para aludir al zapatero de ese nombre. Llevaban también camisas de tocuyo listado y muy almidonadas; y, sobre ellas, el clásico y delgado poncho de hilo rico, lo mismo que el sombrero de paja de Macora, estilo Catacaos, y levantado "a la pedrada".

A eso de las nueve de la mañana, cuando el sol estaba radiante; el campo, vestido de flores y sembríos, y el alma de los feligreses, retozona y gozosa, salía San Isidro, de la capilla del Salario, sobre sus andas, en dirección a la iglesia de la población. San Isidro iba bajo sencillo y bien confeccionado dosal, hecho de carrizo y adornado con papel de seda de varios colores. Llevaba zapatos campesinos, "siempre marca Quiñones", pantalones arremangados de regante, camisa sencilla y limpia, poncho de hilo con una de las puntas levantadas sobre el hombro derecho, sombrero "a la pedrada", y entre las manos, un gran "porcón" o palana, símbolo de practivibilidad y de hombre de acción y de trabajo. Frente a San Isidro, venía una uncida yunta de bueyes gordos y pintojs, bien labrados, en fina madera, y arrastrando un luciente y roturador arado. Además, se presentaba aviado de todos los productos de la tierra; plantas de maíz con sus barbados choclos, en cada una de las cuatro esquinas de las andas, y acondicionadas al dosel; venían también tomates de castilla, tunas doradas, ramas de habas, tumbos, granadillas, cañas melares, limas, manzanas, "llacones" y flores, tales como pensamientos, malvas de olor, alhelíes, congonas, hinojos, hortensias y clavelinas.

La procesión atravesaba el campo, en el recorrido de una legua, seguida de la banda de músicos del pueblo y de todos los campesinos adultos y menores, quienes iban dando más gala y alegría al campo, por el colorido con que estallaban los cálidos tonos de sus vestimentas rústicas y limpias, todo lo cual se hacía más grato, ante la fresca gracia de las serranías, y el viento traviesillo y delicioso de las fondas.

Las mozas llevaban claveles en la cabeza, los mozos o romeros de la romería llevaban, en la mano, una gavilla de trigo, o una planta de maíz, o una rama de limo. El campo se amenizaba y armonizaba más con estas flores humanas y vivientes, al lado de las naturales.

Por fin, llegaba la procesión a la Asomada. entonces las campanas se echaban al vuelo, y todos los habitantes esperaban contentos la llegada del Santo Labrador. Al llegar la procesión a la Plaza Principal, una "nube" hacía su recorrido de esquina a esquina; y cuando ella abría, maravilosamente, sus alas, dejaba caer flores dulces y papelitos diversicolores, con alabanzas al Labrador, copiadas con las letras de los niños de la Escuela, lo que alguna vez, en parte, confeccionamos. Entraba la procesión, y la fiesta campesina, ecológica, y agropecuaria, como diríamos ahora, terminaba, para recomenzar, indefinidamente, en los años venideros".

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